Introducción, por por Alessia Dro
Es fundamental analizar el genocidio y la resistencia desde el punto de vista de las mujeres.
Cuando el cuerpo de las mujeres se convierte en un área de ocupación, no solo existe la necesidad de considerar e investigar el feminicidio dentro de los genocidios por separado, sino de analizar los genocidios desde el punto de vista de las mujeres, especialmente cuando nos referimos a la historia de Kurdistán.
Esto es aún más válido si pensamos que durante la noche del 15 de junio de 2020, en Irak, en el Kurdistán del Sur, y con complicidad internacional, y unos meses después de la conmemoración del 73 genocidio yazidí -que tuvo lugar el 3 de agosto de 2014 por parte de ISIS-, 50 aviones de combate del Estado turco, el segundo ejército más grande de la OTAN, lanzaron una docena de ataques aéreos contra campos de refugiados del pueblo kurdo. Los bombardeos ocurrieron repetidamente en el campo de refugiados de Maxmur, en el Monte Qandil -en las areas civiles- y particularmente en el Monte Shengal: una zona que vio el nacimiento, con una autoorganización comunal de mujeres, de un gobierno autónomo inspirado en la filosofía del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y el ejemplo revolucionario de Rojava.
Con este ataque injustificado hoy más que nunca, Turquía ha revelado al mundo sus mecanismos inhumanos de genocidio, asimilación y destrucción, que representan una amenaza para la vida pacífica del pueblo kurdo, así como para todas las poblaciones en el Medio Oriente y en todo el mundo.
Pero, sobre todo, el ataque injustificado de Turquía, bajo complicidad internacional y de Estados Unidos, al Monte Shengal, representa un ataque especialmente en el corazón de la revolución de las mujeres kurdas yezidíes, que constituyen una de las comunidades más antiguas del mundo. En respuesta a estos ataques, las mujeres organizadas en los consejos autónomos de Shengal han declarado la necesidad de condenar internacionalmente Turquía, mientras ellas fortalecen su autogestión popular.
Traducir este artículo hoy, escrito por Dilar Dirik a un año de resistencia yezidí contra la masacre de ISIS en 2014, implica recordar que el procesamiento de traumas siempre requiere conocimiento, reconocimiento, protección, pero sobre todo autoorganización y justicia.
También requiere fortalecer la lucha y la solidaridad antipatriarcal de las poblaciones racializadas en todo el mundo, conscientes de que, como nos enseña el extraordinario ejemplo de las mujeres yezidíes contra la guerra, el cambio solo será posible gracias a la autoorganización autónoma del mujeres, en todos los ámbitos de la vida.
Desde el genocidio hasta la resistencia: las mujeres yazidíes y su contraataque, por Dilar Dirik
El viejo dicho kurdo “No tenemos más amigos que las montañas” se volvió más relevante que nunca cuando el 3 de agosto de 2014, el grupo asesino Estado Islámico (ISIS) lanzó lo que es referido como la 73º masacre contra los yazidíes, atacando la ciudad de Sinjar (en kurdo: Shengal), asesinando a miles de personas, y violando y secuestrando a las mujeres para venderlas como esclavas sexuales. Diez mil yazidíes huyeron a las Montañas de Shengal en una marcha de la muerte en la que, y especialmente niños, murieron de hambre, sed y cansancio. Este año, ese mismo día, los yazidíes marcharon de nuevo en las Montañas de Shengal. Pero esta vez en una protesta jurando que nada volverá nunca a ser lo mismo.
El año pasado, los pershmerga kurdos iraquís del Partido Democrático de Kurdistán (KDP) prometieron seguridad a la gente de Shengal, pero huyeron sin previo aviso cuando el grupo Estado Islámico atacó, ni siquiera dejando las armas a la gente para que se defendiesen. En vez, fueron las guerrillas del PKK, así como las Unidades kurdas de Defensa del Pueblo, o YPG, y su brigada de mujeres, las YPJ de Rojava, quienes a pesar de tener Kalashnikovs y sólo un puñado de luchadores, abrieron un corredor de seguridad a Rojava, rescatando a 10.000 personas.
Durante todo un año, las mujeres yazidíes han sido representadas por los medios como víctimas violadas indefensas. En incontables entrevistas les preguntaban repetidamente cuántas veces habían sido violadas y vendidas, haciéndoles reavivar sin piedad ese trauma por el bien de la transmisión de noticias sensacionalistas. Las mujeres yazidíes fueron representadas como la personificación del llanto, la mujer pasivamente rendida, la última víctima del grupo Estado Islámico, como la bandera de rendición femenina al patriarcado. Además, las representaciones orientalistas más salvajes y grotescas redujeron una de las religiones más antiguas supervivientes en el mundo a un nuevo campo exótico todavía por explorar.
Ignorado está el hecho de que las mujeres yazidíes se armaron y ahora se movilizan ideológica, social, política y militarmente, con el marco trazado por Abdullah Öcalan, líder del PKK. En enero, el Consejo de Fundación de Shengal fue establecido por delegados yazidíes tanto de las montañas como de los campos de refugiados, demandando un sistema de autonomía independiente del gobierno central iraquí o del KRG. Varios comités de educación, cultura, salud, defensa, mujer, juventud, y economía organizan los temas diarios. El consejo está basado en la autonomía democrática, idea articulada por Öcalan, y se encontró con una fuerte oposición del KDP, el mismo partido que huyó de Shengal sin luchar. Las recientemente fundadas YBŞ (Unidades de Resistencia de Shengal), el ejército de mujeres YPJ-Shengal, y el PKK son la primera línea contra el grupo Estado Islámico aquí, sin recibir ni una parte de las armas proporcionadas a los peshmerga por las fuerzas internacionales. Varios miembros de YBŞ y del consejo fueron también arrestados en el Kurdistán iraquí.
El 29 de Julio, mujeres de todas las edades hicieron historia fundando el Consejo de Mujeres de Shengal, prometiendo: “La organización de mujeres yazidíes será la venganza por todas las masacres”. Decidieron que las familias no deben de intervenir cuando las chicas quieren participar en cualquier parte de la lucha y se encomendaron a democratizar y transformar internamente su propia comunidad. Ellas no quieren simplemente “comprar de vuelta” a las mujeres secuestradas, sino liberarlas mediante la movilización activa estableciendo no sólo una autodefensa física sino filosófica contra toda forma de violencia.
El sistema internacional perniciosamente despolitiza a las personas afectadas por la guerra, especialmente a los refugiados, enmarcando un discurso que los interpreta sin voluntad, conocimiento, conciencia y política. Sin embargo, los refugiados yazidíes en la montaña y en el campo de Newroz en Dêrîk (al-Malikiyah), que fue creado en Rojava inmediatamente después de la masacre, insisten en su acción. Aunque algunas organizaciones internacionales proporcionan ahora ayuda limitada, debido al embargo impuesto por el KRG, casi ninguna ayuda ha sido capaz de entrar a Rojava durante años. La gente del campo Newroz me dijeron que a pesar de los intentos de la Alta Comisión de los Estados Unidos para los Refugiados de modelar el campo y su sistema de educación según su visión de arriba abajo, la asamblea del campo resistió, forzando a una de las mayores instituciones internacionales a respetar su propio sistema autónomo. Ahora, educación en literatura, arte, teatro, cultura, lengua, historia e ideología son enseñadas entre edades, mientras que las unidades de tipo comuna organizan las necesidades y problemas diarios en Dêrîk y Shengal.
“Todos estos consejos, protestas, asambleas, la resistencia, pueden parecer normales. Pero todo esto surgió en cosa de un sólo un año y para Shengal, esto es una revolución”, dijo una de las luchadoras yazidíes del PKK. “La atmósfera de Rojava ha alcanzado Shengal.”
Hedar Reşît, una comandante del PKK de Rojava que enseña sobre sociología en Shengal antes y después del último genocidio, estaba entre las siete personas que lucharon contra el Estado Islámico al principio de la masacre y fue herida mientras habría el corredor a Rojava. La presencia de mujeres como ella provenientes de las cuatro partes de Kurdistán, impacta enormemente en la sociedad de Shengal.
“Por primera vez en nuestra historia, hemos tomado las armas porque con la última masacre hemos comprendido que nadie nos protegerá; tenemos que hacerlo nosotras mismas,” me dijo una joven luchadora de YPJ-Shengal, que se renombró así misma como Arîn Mîrkan, una heroína mártir de la resistencia de Kobane. Ella explicó cómo chicas como ella nunca se atreven a tener sueños y sólo se sientan en casa hasta que se casan. Pero como ella, ahora cientos se han unido a la lucha, como la joven mujer que se cortó el pelo, colgó la trenza en la tumba de su marido mártir, y se unió a la resistencia.
El genocidio físico puede que se termine, pero las mujeres son conscientes de un genocidio “blanco”, es decir, sin sangre, mientras los gobiernos de la UE (Unión Europea), especialmente Alemania, intentan atraer a las mujeres yazidíes del extranjero, desarraigándolas de sus hogares sagrados y utilizándolas según su propia agenda.
Madre Xensê, miembro del consejo de mujeres, besa a su nieta y explica: “Recibimos entrenamiento armado, pero la educación ideológica es mucho más importante para que podamos entender el por qué ocurrió la masacre y qué cálculos hicieron la gente a nuestra costa. Esa es nuestra verdadera auto-defensa. Ahora sabemos que fuimos tan vulnerables porque no estábamos organizados. Pero Shengal nunca será la igual. Gracias a Apo (Abdullah Öcalan)”.
Sozdar Avesta, una mujer yazidí, miembro de la presidencia del consejo de la Unión de Comunidades del Kurdistán (KCK) y comandante del PKK, explica: “No es una coincidencia que el grupo Estado Islámico atacase una de las comunidades más antiguas del mundo. Su objetivo es destruir todos los valores étnicos y las culturas de Oriente Medio. Atacando a los yazidíes, intentaban borrar la historia. El grupo Estado Islámico se organiza explícitamente contra la filosofía de Öcalan, contra la liberación de las mujeres, contra la unidad de todas las comunidades. Sin embargo, derrotar al grupo requiere la sociología y lectura histórica adecuadas. Más allá de destruirles físicamente, debemos de eliminar la mentalidad ideológica del Estado Islámico, la cual también persiste en el actual orden mundial.”
Hace un año, el mundo observaba el inolvidable genocidio de los yazidíes. Hoy la misma gente que observaba, ve cómo las mujeres yazidíes están siendo bombardeadas por el Estado turco, partidario del grupo Estado Islámico y con la aprobación de la OTAN. Especialmente, cuando los estados que contribuyeron al alzamiento del Estado Islámico prometen derrotarlo y destruyen a su paso el tejido social de Oriente Medio, la única opción de supervivencia es establecer una autodefensa autónoma y una democracia de base.
Mientras una viaja a través de las Montañas de Shengal, el indicador más precioso de que el cambio ha alcanzado este lugar herido hace un año, son los niños en las calles, quien, cada vez que pasan los heval (los compañeros), cantan: “Viva la resistencia de Shengal. Viva el PKK. Viva Apo”.
Gracias a la autonomía democrática, los niños que una vez abrieron sus pequeñas manos y pidieron dinero cuando pasaban por ahí los luchadores peshmerga, ahora alzan las mismas manos hechas puños y haciendo signos de victoria.
FUENTE: Dilar Dirik / Roar Magazine / Traducción: Alessia Dro / Edición: Kurdistán América Latina