Black Lives Matters y Kurdish Lives Matters en defensa de las vidas de todas

Esta última semana, la población de Estados Unidos ha tomado las calles frente al asesinato racista de George Floyd por parte de la policía. Las protestas continúan día tras día con firmeza, mientras el Estado responde con la más brutal violencia. Golpean, detienen y humillan a manifestantes y periodistas, sin ningún tipo de respeto por el derecho a la protesta y de unas vidas libres de violencia.

Hace apenas dos días, el joven kurdo Barış Çakan fue asesinado a manos de fascistas en Turquía. Otra persona kurda que fue asesinada por el fascismo que el Estado turco promueve y ampara, ya sea a través de su propia policía, ejército y servicios de inteligencia, o mediante fascistas que actúan impunemente en sus calles.

Hace tan sólo unas semanas, diferentes activistas por la libertad de las mujeres y representantes del pueblo kurdo en diversas instituciones, fueron golpeadas y detenidas.

No son hechos aislados, sino que tanto el asesinato de George como el de Barış forman parte de la ideología sobre la cual se basa el Estado. Una ideología racista y chovinista que se expresa en diferentes lugares y de diferentes maneras, pero la cual forma parte del mismo sistema de estados-naciones capitalistas, basados en la mentalidad masculina del poder y la dominación.

Con esta mentalidad, intentan dividir a la sociedad, convirtiendo en enemigo a todo aquel que es diferente, ya sea por su color de piel, su etnia o su género. Generan odio para mantener su poder. Ni Barış ni George han sido, por desgracia, los únicos en pagar con sus vidas la brutalidad de este sistema. La historia de la comunidad negra y del pueblo kurdo han sido historias de opresión y resistencia.

Desde el comercio de esclavos negros a las políticas y violencia racistas actuales, desde la masacre de Dersim a la ocupación del norte y el este de Siria por parte de Turquía y sus aliados yihadistas, vemos la continuidad del sistema y su mentalidad que está llevando al colapso al medioambiente, que niega la libertad de las mujeres y de la sociedad. Vemos cómo se expresa cada día la guerra contra la sociedad que la modernidad capitalista y la mentalidad patriarcal libran contra la voluntad democrática de los pueblos.

Una guerra que se expresa, particularmente, en los cuerpos y vidas de las mujeres, como estamos viendo en el territorio ocupado de Afrin. Hace unos días, se hacía público un vídeo que muestra a mujeres que fueron secuestradas y que permanecen retenidas en prisiones en condiciones inhumanas y violentas por grupos yihadistas apoyados por Turquía, Estados Unidos y la OTAN. Estos estados apoyan a los grupos que secuestran, torturan y asesinan a las mujeres en Afrin, igual que apoyan a la policía que asesina a las personas negras con impunidad, y agreden y abusan de las mujeres. Aquí y allí, luchamos la misma guerra, y como mujeres, así como somos el primer objetivo, tenemos que ser la primera línea de resistencia.

El Estado defiende el monopolio de la violencia para sí mismo, mientras que la legítima defensa es etiquetada como terrorismo, ya sea la que se está desarrollando en las calles de Estados Unidos como la que se lleva a cabo en las montañas de Kurdistán. Pero como bien explica Abdullah Öcalan, una paz sin el derecho a la autodefensa puede ser la expresión de la rendición y la esclavitud.

En los territorios liberados del norte y el este de Siria tenemos clara la apuesta por la paz. Sabemos que sin justicia no hay paz. Sin ética no hay paz. Sin democracia de los pueblos no hay paz. Sin libertad de las mujeres no hay paz. Por eso construimos y defendemos un sistema que se basa en la liberación de las mujeres, y en un modelo democrático y ecológico, que protege el derecho a la autodefensa y la convivencia de los pueblos, religiones y etnias como valores irrenunciables.

Porque día tras día nos siguen bombardeando, asesinando y humillando. Nos siguen enfrentando entre nosotras, dividiendo a la sociedad. Y por eso nuestra mayor arma para defendernos como sociedad es mantenernos unidas, desde la diversidad que nos conforma, viendo la diferencia como aquello que nos enriquece.

Nuestra opresión tiene el mismo origen y por tanto debemos combatir juntas para ponerle fin, para defender una vida libre. Combatir el asesinato de los kurdos en Turquía es combatir el asesinato de las personas negras en Estados Unidos. Combatir la invasión del norte y el este de Siria es combatir el racismo de la policía. Defender Rojava es defender a la comunidad negra y defender a la comunidad negra es defender al pueblo kurdo.

Como mujeres, tomamos nuestro compromiso de luchar por una libertad que libere a toda la sociedad. Nuestro compromiso es reconstruir una sociedad que conviva de manera comunitaria en su diversidad, como respuesta a tanta destrucción, división y odio. Nuestro compromiso es defender la vida frente a la muerte que nos imponen.

Defendámonos del racismo, del fascismo y de la mentalidad patriarcal de los estados-nación capitalistas. Construyamos juntas una vida libre por la memoria de George, de Barış, de todas las personas que han muerto en manos del fascismo y el racismo, y todas las resistentes luchadoras que nos han precedido. Levantémonos y organicémonos, porque solo juntas haremos del racismo un desagradable recuerdo de una historia acabada.

Por todas las mártires, de Rojava al mundo, decimos bien alto que “Black Lives Matters”, “Kurdish Lives Matters”. Estamos dispuestas a defendernos codo con codo.

FUENTE: Women Defend Rojava / Traducción y edición: Kurdistán América Latina