Afrin: “¿Por qué el mundo entero guarda silencio?”

Después de 52 días, la invasión militar turca continúa en Afrin. A pesar de la resolución de alto el fuego en Siria de la ONU, el Estado turco sigue atacando con aviones de combate y armas pesadas. Para completar el asedio de la ciudad se llevan a cabo ataques aéreos ininterrumpidos.

Desde el comienzo de la operación militar turca, la población civil es atacada directamente para desencadenar un movimiento de escape. La densidad de población en la ciudad de Afrin ha aumentado considerablemente con las personas que tuvieron que huir de las aldeas y los distritos. Los municipios autónomos de la ciudad se ocupan de los recién llegados. Hay un esfuerzo para organizar el alojamiento para todas las personas. Actualmente, dos o tres familias viven en un solo departamento. Muchos han sido forzados a levantar carpas o tiendas.

Después de que el Estado turco atacó la única fuente de agua en Afrin -la presa en Meydankê-, ha habido problemas con el suministro en la ciudad. Mientras tanto, la necesidad de agua se asegura a través de pozos viejos que han sido puestos nuevamente en funcionamiento. El único camino de acceso a Afrin, la ruta desde Alepo, está constantemente siendo bombardeado por la Fuerza Aérea de Turquía, no llegan más productos a la ciudad.

Las personas que han huido a la ciudad y son amenazadas con un genocidio han hablado con ANF sobre sus experiencias.

Hemîde Ana huyó con su familia del pueblo de Qermîtlix y ahora vive con otra familia en una tienda en Afrin. Cuando huyeron, no pudieron llevar nada con ellos, cuenta Hemîde, y se queja por la inactividad del público mundial frente a los crímenes de guerra cometidos por Turquía. “¿Por qué todo el mundo está en silencio? Vivimos con dos familias en una tienda. Somos cuatro, los otros seis. Nuestra casa ha sido arrasada. ¿No tiene el mundo nada que decir sobre esta crueldad?”, afirma.

Mihemed Resûl tuvo que huir de Jindires. Lo único que quiere es que termine la guerra y poder regresar a su casa con su familia. “El Estado turco nos ataca a todos y mata a los kurdos. Todos tenemos que mantenernos unidos y defendernos de ellos. Nuestra casa ha sido destruida, todos nuestros bienes han sido saqueados. Todavía hay cadáveres debajo de los escombros”, relata.

Mientras los aviones no tripulados de reconocimiento y los aviones de combate circulan en el cielo, Zelîxa Ana dice: “Vivimos pacíficamente en nuestra propia tierra. ¿Qué clase de plaga es Erdogan? Ha destruido tantas cosas, ¿cómo puede vivir con eso en su conciencia? Que Dios lo condene”.

Hozan Eymen es del pueblo de Çeqela, en el distrito de Shiyê. Explica cómo la Fuerza Aérea turca destruyó su casa y su aldea: “El Estado turco ataca a todos, civiles, niños, ancianos. El mundo no se da cuenta de nosotros. Las Naciones Unidas y las organizaciones de derechos humanos no dicen nada al respecto. ¿Cuánto deberá durar este silencio?

Fatme Îsmaîl, que tuvo que huir de la aldea de Dimiliya, en el distrito de Mabeta, está en la calle con sus hijos. Fatme cuenta que “hemos perdido nuestra casa y nuestra tierra. No queda nada. No tenemos techo sobre nuestras cabezas, ni agua, ni pan. ¿No es vergonzoso? Ustedes, gente del mundo, ¿por qué no dicen algo?, aunque sea cualquier cosa”.

FUENTE: Ersin Caksu y Hivda Hebun / ANF / Edición: Kurdistán América Latina